Laibach: la agrupación musical eslovena que puso en evidencia los mecanismos totalitarios del poder, de Este a Oeste.
por Jager Ebm
Los comienzos de este proyecto cultural se remontan a la Yugoslavia comunista de principios de los 80. Más precisamente a la localidad de Trbovlje (el corazón industrial de Eslovenia) poco tiempo después de la muerte del Mariscal Josip Broz Tito.
La música de Laibach es bastante compleja de encasillar dentro de un género establecido. Avant-garde, industrial, experimental, martial, techno, son sólo algunos ejemplos de su increíble versatilidad. Y esto no es así por casualidad; sus propios objetivos artísticos trascienden la esfera de lo meramente musical.
“Laibach” es el nombre escrito en alemán de la capital eslovena (Ljubljana); el nombre de este movimiento contracultural rememora precisamente la ocupación nazi en la región durante la Segunda Guerra Mundial.
El origen:
En sus comienzos fueron la banda de sonido de aquella realidad del comunismo industrial de la Yugoslavia post Tito. Pero pronto quedó claro que estaban para mucho más. Y que sus objetivos no se acotaban a la denuncia de su propia realidad, sino que abarcaban al planeta entero: el enemigo de esta agrupación siempre fue el totalitarismo innato en la condición humana, y sus reflejos sociales y políticos.
Considerados integralmente, son un movimiento político que se expresa mediante el arte conceptual; herederos de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX.
Laibach fue ganando visibilidad pública rápidamente. Y en paralelo, con el incremento de la popularidad fue aumentando el rechazo social hacia la agrupación, su estética, su discurso y sus intervenciones artísticas. Al poco tiempo de comenzar su carrera fueron considerados enemigos públicos, prohibidos y censurados por el gobierno comunista yugoslavo.
Es necesario tener en cuenta que, en ese contexto político, las intervenciones en vivo que el grupo realizaba eran sumamente arriesgadas. Y las consecuencias para ellos no se hicieron esperar.
Para citar solo un ejemplo, en una performance en la Bienal de Zagreb tuvieron la feliz idea de proyectar un pene sobre la imagen del recientemente fallecido jefe de Estado, Tito. A raíz de lo cual tuvieron prohibido actuar en su país durante un par de años. Pero no solo allí, también en Checoslovaquia y Polonia, países cada vez más afectados por el control de la URSS.
La industria de la música en la mira:
Pensadores como Adorno y Horkheimer son vitales para comprender el accionar del grupo, y también parte de su extensa discografía. Pues estos autores señalaron y explicitaron el carácter totalitario que se escondía detrás de la industria del entretenimiento de posguerra. Y los objetivos sociales que el poder buscaba conseguir a través del arte y la cultura.
Los teóricos alemanes habían advertido que “el entretenimiento (amusement) es la prolongación del trabajo, bajo el capitalismo tardío. Es buscado por quien quiere sustraerse al proceso del trabajo mecanizado para ponerse de nuevo en condiciones de poder afrontarlo”.
Las ideologías son como supermercados modernos; de hecho venden un montón de nada pero a corto plazo dan al consumidor la sensación de tenerlo todo. El efecto en la gente es entonces parecido al producido por las drogas. (Laibach)
El accionar de Laibach podría considerarse como la representación práctica del “camino a seguir” para combatir esta situación. A raíz de esto, reinterpretaron en clave política y militarizada los íconos culturales de Occidente.
Podemos citar como ejemplo el cover “Life is Life” del grupo Opus, donde las fanfarrias militares reemplazaron al estribillo naif de la versión original. Es decir que transformaron una letra alegre y positiva (en la cual observaban un peligro oculto) en una obra de amenazante fascismo.
Continuaron luego con una oscura parodia al álbum Let it be de Los Beatles, en 1988, donde reversionaron enteramente el material original, a excepción del tema que da nombre al disco (y esto no fue una casualidad, sino una ironía planificada).
Ya con la caída del comunismo Yugoslavo y la desintegración de la nación, Laibach retomó la senda del techno industrial (esto se nota en su disco Kapital, de 1992). Modernizó su sonido y apuntó sus cañones hacia los aspectos autoritarios del capitalismo triunfante y hegemónico del Nuevo Orden Mundial.
El fascismo no está reviviendo; el fascismo es el producto y la sombra de la democracia. Bajo el disfraz de la democracia, el fascismo es el gobierno del capital financiero en sí mismo. Ilumina el mal y desaparecerá. Durante un tiempo. La democracia atrapa a la gente a través de la inyección utópica de deseos y fantasías en la corriente sanguínea social. Su aguja hipodérmica es la industria cultural del entretenimiento. Democracia es sólo un eufemismo que se refiere a un totalitarismo más desarrollado. (Laibach)
Una consecuencia del sistema que se deseaba extirpar:
¿Qué motivó que se convirtieran en el enemigo público número uno? Y no solo del poder, sino también de la población en general.
En primer lugar, podemos considerar que Laibach tenía a la ambivalencia como su principal arma ideológica de provocación. Su activismo político siempre estuvo muy lejos de las denuncias tibias y las críticas políticamente correctas de los artistas pop.
Tal como leí en alguna ocasión, ellos jamás se posicionaron por encima de los males de la sociedad para apuntar con el dedo acusador, sino que asumieron ellos mismos los gestos, discursos y estéticas totalitarias. En más de treinta años de carrera, utilizaron las palabras justas para describir los diferentes momentos políticos que atravesaba el mundo entero.
Laibach no critica, personifica. Toma el lenguaje, los idiomas, las maneras del totalitarismo moderno, y lo expone con crudeza frente a una audiencia que se ve forzada a enfrentar su propia violencia y autoritarismo. Juegan con los límites y dejan abiertas las puertas a que cada espectador elabore su propia interpretación. Esto los llevó a ser censurados en la Yugoslavia comunista por ser considerados nazi-fascistas, y prohibidos al mismo tiempo en Estados Unidos por considerarlos propaganda comunista.
Los aportes de Laibach no se limitan solo al campo cultural. A lo largo de las décadas fueron profundizando su pensamiento. Los ideales que difundieron y el análisis crítico de los contextos políticos que realizaron, se convirtieron, incluso, en material sociológico digno de ser analizado.
En una ocasión declararon lo siguiente: como sistema, la democracia parlamentaria genera y cultiva las pasiones más bajas y egoístas. La institución en sí de los partidos políticos presupone ya una sociedad dividida con toda una serie de intereses distintos en conflicto. Y dado que la mayoría de los votantes tienden a elegir los programas que prometen ante todo seguridad material y beneficio inmediato, esto explica por qué, como regla, los partidos que vencen en las elecciones son los mediocres, compitiendo en demagogia, en mezquindad, en imputaciones injustas del tipo más sucio, todo ello en nombre de la patria o de algún otro desastre.
En fin, Laibach es un proyecto incómodo, pero del cual se pueden extraer enseñanzas muy valiosas. Solo basta con bajar la guardia, asumir la mierda y escuchar. Pues ese es el camino para el aprendizaje verdadero. A veces los ataques no son tales, o esconden un motivo totalmente contrario; a veces hay que saber mirar dónde está el enemigo realmente.